La poliomielitis es una enfermedad muy transmisible causada por el virus polio que puede ser grave y afecta con mayor frecuencia a lactantes y niños menores de 5 años.
Transmitida principalmente por el consumo de sustancias contaminadas con el virus (que se encuentra en la materia fecal) y por contacto directo con personas infectadas. Algunos casos son leves, otros son mucho más graves y causan discapacidades físicas permanentes, ya que puede afectar al sistema nervioso y llevar a parálisis total o parcial.
El virus entra a través de la boca y la nariz, se multiplica en la garganta y en el tracto intestinal para luego ser absorbido y diseminarse a través de la sangre y el sistema linfático. El tiempo que pasa desde el momento en que resulta infectado con el virus hasta la aparición de los síntomas de la enfermedad (incubación) oscila entre 5 y 35 días (un promedio de 7 a 14 días). La mayoría de las personas no presenta síntomas.
Los factores de riesgo incluyen:
- Falta de vacunación contra la polio
- Viajar a un área en donde haya habido un brote de polio
Históricamente, el arma más eficaz para llevar adelante la lucha contra la poliomielitis, es la vacuna antipoliomielítica en sus variantes Salk (inyectable) o Sabin (oral).
En el contexto de la lucha contra la poliomielitis, las fechas posibles para la erradicación final de la enfermedad se modificaron en varias oportunidades. Esa meta aún no se consiguió. En las Américas el último caso autóctono fue en 1991 en Perú. En Argentina el último caso se registro en la provincia de Salta en el año 1984.
Como resultado de una campaña de vacunación global a lo largo de los últimos 25 años, la polio prácticamente se ha eliminado. Esta enfermedad aún se presenta en algunos países en África y Asia (tales como Pakistán y Afganistán), donde ocurren brotes en grupos de personas que no han sido vacunadas.
Fuente: MedlinePlus
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