Si bien la OMS asume que con esta variante se producirán contagios entre la población vacunada, Ómicron puede dejar secuelas a largo plazo conocidas como “long COVID”.
Según la experiencia acumulada durante los dos últimos años, las secuelas más frecuentes que deja la infección del virus SARS-CoV-2 son:
- fatiga crónica
- problemas de concentración, memoria, lenguaje
- insomnio
- problemas respiratorios
- problemas cardíacos (taquicardia, arritmias, miocarditis)
- dolores musculares
- pérdida del olfato
Estos efectos pueden persistir durante varios meses luego de resuelta la infección.
A esta situación se la denominó “long COVID”. Por esto, la Organización Mundial de la Salud recomienda realizar un seguimiento a los pacientes luego de su recuperación: hayan tenido síntomas o hayan sido asintomáticos.
El objetivo de este seguimiento es detectar posibles efectos clínicos de la infección, que traigan aparejados otros padecimientos relacionados.
Si el paciente presenta comorbilidades, independientemente de la edad, la evaluación es fundamental.
Todavía no se sabe cómo es que Ómicron puede dejar secuelas a largo plazo, lo más probable es que existan múltiples mecanismos que las disparen según cada paciente. Aún se necesita seguir investigando para comprender esto.
Fuentes: