Hoy felicitamos y agradecemos a cada médico rural por su labor a lo largo y ancho del país.
Cada día, el médico rural visita parajes alejados de las grandes urbes para cuidar y auxiliar a familias enteras que no pueden trasladarse hacia centros de salud.
En muchos casos, los sitios rurales son de muy difícil acceso, e incluso, la única forma de llegar a quienes necesitan ayuda es caminar durante varias horas. Las condiciones climáticas pueden convertir el panorama en uno aún más adverso.
Estos profesionales de la salud llegan a lugares que están sin luz y sin gas, en los que el agua se extrae de pozos. En muchas ocasiones no hay almacén ni nada cerca. Existen familias que viven totalmente solas y los vecinos más cercanos se encuentran a más de media hora viajando en auto, por lo que, ante un repentino episodio que afecte su salud, deberán resolverlo entre ellos mismos.
El éxodo a las grandes ciudades y la mejora de las comunicaciones han hecho que la figura del médico rural haya perdido cierta relevancia, pero su labor sigue siendo fundamental para ofrecer asistencia sanitaria a poblaciones aisladas.
Jorge Fusaro tiene 35 años y es médico rural de familia en San Salvador de Jujuy.
En diálogo con Infobae, el doctor expresa que su visión no es esperar al paciente en el consultorio sino ir a buscarlo, tratando de entender cuáles son las condiciones en las que vive, detectar problemas de salud relacionados e intentar buscar con la comunidad una posible solución.
Cuando le preguntan qué es lo que más le gusta de su trabajo dice lo siguiente:
“Creo que hablar con la gente y viajar a lugares a los que no iría si no fuese médico. Yo todas las semanas voy a un lugar paradisíaco, hermoso. Es maravilloso. Y hablar con la gente también, tratar de comprender cómo desde mi lugar puedo ayudarlos. A veces simplemente con escucharlos un rato ya les aliviás un poco el dolor, la pena, el malestar, o simplemente se sienten acompañados. Te reciben con tanta amabilidad y calidez que te dan ganas de charlar un rato. En el medio de la conversación yo voy tratando de hacer alguna consejería sobre cómo pueden modificar un poco sus hábitos alimenticios para ser más saludables o qué estudios médicos se tienen que hacer según la edad. Hablamos mucho de la muerte también. Tengo pacientes que están viejitos, que hasta sus hijos son viejos, porque si un abuelito tiene 90, su hijo tiene 70. Entonces hablamos sobre que la muerte es la ley de la vida, que tenemos que ir pensando cómo y qué vamos a hacer, si cuando estén enfermos van a querer ir al hospital o si van a querer pasar sus últimos días en casa y que nosotros pasemos con la enfermera. Tratamos de dar opciones porque vemos que muchas veces los viejitos, cuando vienen a la ciudad y están encerrados en una habitación con una enfermera, empeoran y terminan sufriendo”.
Desde InSitu colaboramos con los médicos rurales y sus pacientes proveyendo insumos médicos y medicamentos a través de nuestro sistema de logística inteligente, que nos permite llegar a todos los puntos del país.