En las últimas semanas y a partir de la prolongación de las altas temperaturas que trajo este verano, se multiplicaron los casos de dengue en Argentina, particularmente en las ciudades, y la población vuelve a considerar el impacto de uno de los virus de mayor presencia en Argentina y la región. Al momento, la circulación de este virus se identificó en Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Formosa, Chaco, Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán y La Rioja.
Al caracterizarse por alternar temporadas de mayor y menor propagación, la de 2023 se identifica con olas y dinámicas de expansión en aumento. Según el boletín epidemiológico que confecciona el Ministerio de Salud, en el último parte se registró un incremento del 95 por ciento en relación a los casos reportados en los siete días previos (4.828) y ya se notificó un total de 9.388 infecciones. De ese total, 8.504 no tienen antecedentes de viaje, 582 se encuentran en investigación y 302 fueron importados. Del informe también se desprende que el dengue ha provocado tres fallecimientos, dos en Salta y uno en Santa Fe.
“El aumento de casos de dengue, por lo general, es estacional. Durante febrero, marzo y abril la región de las Américas registra elevaciones que alcanzan picos a partir de la presencia del vector. Este incremento se correlaciona directamente con el mosquito y presencia de personas que tienen dengue”, explica Juan Manuel Castelli, subsecretario de Estrategias Sanitarias del Ministerio de Salud. Al respecto, apunta Juan Carballeda, investigador del Conicet y virólogo: “Las hembras tienen una manera muy peculiar de picar: van chupando un poquito de sangre de varias personas, a diferencia de otros que en una picada ya se llenan la panza. Por eso, quizás, se piensa que sea muy transmisor de la enfermedad”.
Los insectos, probablemente, sean los animales que más humanos matan. Con una evolución de miles de millones de años, a lo largo de la historia, se las han ingeniado para cumplir con su único objetivo: seguir reproduciéndose. En esta línea, el virus del dengue vive a expensas de sus huéspedes –los mosquitos del género Aedes aegypti– y, desde hace tiempo, desata una problemática de salud pública que no es exclusiva de Argentina. En la actualidad, según la OMS, cerca de la mitad de la población mundial corre riesgo de contraerlo y cada año se producen entre 100 y 400 millones de infecciones.
Temporada alta
El virus emerge por ciclos: si bien en una temporada puede manifestarse con mucha intensidad, luego su propagación disminuye hasta que vuelve a resurgir. “Es interesante lo que pasa con el dengue. Después de temporadas con muchísimos casos, suele haber una o dos de menor circulación viral. Se calcula que gran parte de los infectados con dengue son asintomáticos, por ende, se puede estimar que tal vez haya una inmunidad activa de aquellas personas que se contagiaron y que la protección se prolongue por uno o dos años”, describe Carballeda. Luego continúa: “Esto podría explicar por qué hay temporadas fuertes y otras no tanto. La de 2020 fue una barbaridad y ahora tenemos una con bastante circulación viral”.
Por lo general, aunque la temporada alta se inicia hacia octubre o noviembre, entre febrero y marzo se notifican la mayor cantidad de casos. Son escenarios de temperaturas elevadas que, en esta parte del globo, coinciden con las vacaciones; las personas viajan y trasladan las infecciones con ellas. De esta manera, los casos importados devienen en autóctonos y despliegan la enfermedad fronteras adentro. Hay que tener en cuenta que, como también ha enseñado el Sars CoV-2, los brotes pueden ser explosivos: con uno o dos casos, el dengue puede dispersarse e infectar a toda una ciudad.
Síntomas
Los síntomas de dengue son fiebre acompañada de uno o más de afecciones como dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular y de articulaciones, náuseas y vómitos, cansancio intenso, aparición de manchas en la piel y picazón y puede estar acompañado o no, de sangrado de nariz y encías.
Ante un diagnóstico de dengue, se recuerda la importancia de seguir las indicaciones del personal de salud y asistir a las consultas de seguimiento y control.
Si al momento de disminuir la fiebre o en los días posteriores, alguno de los síntomas se agudiza, reaparece o se detectan síntomas nuevos (dificultad para respirar, dolor abdominal intenso, sangrado profuso de mucosas, irritabilidad a somnolencia, vómitos recurrentes), es importante realizar una consulta médica inmediata.
Los síntomas de la fiebre chikungunya comienzan generalmente de tres a siete días después de la picadura del mosquito, el signo más común es la aparición repentina de fiebre, a menudo acompañada de dolor en las articulaciones. Otros síntomas que pueden aparecer son: dolor muscular, dolor de cabeza, náuseas, fatiga y erupción cutánea.
Ante la presencia de cualquiera de estos síntomas (de dengue, como de Chikungunya), la cartera de Salud recuerda la importancia de realizar una consulta médica de manera temprana, evitar la automedicación y la picadura de mosquitos para impedir que sigan transmitiendo el virus.
Prevención
La principal forma de transmisión de estas enfermedades es por picaduras de mosquitos infectados, por tal razón, la medida más importante de prevención es la eliminación de todos los criaderos de mosquitos, es decir, de todos los recipientes que contengan agua, tanto en el interior de las viviendas como en sus alrededores.
También es recomendable colocar tela mosquitera en las rejillas de desagües además de hacerlo en ventanas y puertas, debido a que el mosquito adhiere sus huevos a las paredes de los recipientes, por lo cual es necesario cepillar el interior de las paredes.
Se recomienda utilizar repelente siguiendo siempre las indicaciones del envase y se sugiere usar ropa de manga larga de colores claros.
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Para proteger a las y los bebés (que no pueden usar repelente), se deben colocar redes o tules sobre cunas y cochecitos y disponer mosquiteros en puertas y ventanas y usar repelentes ambientales como tabletas, aerosoles (interior) o espirales (exterior).
Posibles tratamientos
A pesar de intentos valiosos, la ciencia todavía no consiguió desarrollar vacunas efectivas. Sin embargo, una pronta detección puede contribuir a un tratamiento adecuado, basado en hidratación y disminución de la temperatura corporal. No en vano se la conoce como “fiebre rompehuesos”, por el dolor muscular, la cefalea y el malestar general que provoca.
Si la comunidad internacional de expertos y expertas desarrolló en muy poco tiempo una fórmula para prevenir los casos graves y la muerte que provocaba el coronavirus, entonces, ¿qué sucede con el dengue? Una de las respuestas a este interrogante se relaciona con los cuatro serotipos del virus: 1, 2, 3 y 4. De esta manera, si una persona se enferma con uno, obtendrá inmunidad para ese y no para el resto. Si, además, se infectara con otro más de los restantes podría aumentar el riesgo de afrontar cuadros clínicos más riesgosos, con problemas respiratorios y la chance de órganos comprometidos. Afortunadamente, no suelen convivir los cuatro serotipos en un mismo territorio. En Argentina, por ejemplo, no hay prácticamente circulación del serotipo 4 que circula en el vecino Paraguay, mientras que sí hay del 1 y el 2. Su letalidad, según la OMS, es del orden del 1 por ciento.
“Como hay cuatro serotipos distintos, la protección debe ser para todos sí o sí. Una protección parcial contra un serotipo y no contra otro puede traer problemas. Se sabe que en aquellas zonas en las que circula más de uno a la vez, puede contribuir a desencadenar los casos más graves. Una segunda picadura con un serotipo distinto determina una mayor probabilidad de desarrollar los casos más complejos”, advierte Carballeda.
Fuentes: Página 12 y La Nación
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